74 minutos.

Son las 6.40. Como cada mañana suena el despertador i comienza un nuevo dia. Me giro e intento seguir durmiendo, pero el despertador vuelve a sonar. Me levanto, y me lavo la cara. Suavemente el agua acaricia mi piel. Mientras pienso que el mundo seguiria existiendo aun si yo siguiera durmiendo. Pienso en lo que he soñado, pero no lo recuerdo. Camino hasta la cocina y desayuno un tazón lleno de leche en el que sumergo timidamente las galletas. Hago los simples ejercicios de todas las mañanas mientras escucho música clasica, y luego me ducho. Canto en la ducha. Sí, por que ese es de los pocos momentos que tenemos para nosotros mismos, y al cantar y oirme, parece que yo mismo no este solo.
Tras ello, me visto. Tenia la ropa colocada sobre la silla desde la noche pasada. Pero ahora pienso que quiza no fuera la apropiada, asi que me cambio. Cojo un bollo y un zumo de la nevera y los meto en la mochila para el almuerzo. Se que me entrara hambre. Lo se.
Con la mochila colgada de mi cuerpo, salgo por la puerta. Así cojo la bicicleta que tengo aparcada debajo de casa, y sin rumbo fijo, y por una vez, solo por una vez, tengo una fabulosa idea. Amanece, poco a poco, segun voy llegando a mi destino. Tardo 74 minutos en ver el mar. Un nuevo estudio donde pensar agusto. Un sitio donde es imposible sentirse incomodo con uno mismo. Donde las ideas vuelan, son como notas emitidas por una orquesta que toca la novena sinfonia, y tienes siempre visible y presente el horizonte, ese que si cruzas, seguiras viendo. Mientras escribo esto trascurren esos minutos en los que piensas a donde van estas palabras. Despues de vanos pensamientos, comienzo a "rayarme" a mi mismo con la filosofia barata de la vida. "Me levanto, hago mis cosas, me acuesto. Pasa un dia y otro. Y todo sigue igual. El mundo avanza, pero nada mas. ¿A donde vamos a parar?" Y esque solo en momentos así, con verdadero relax y libertad de pensamiento, puede uno conocerse a sí mismo.


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