Brisa de Otoño.
Caminaba por un tapiz de hojas anaranjadas caidas de los arboles desnudos. Vaqueros, botas altas, chaqueta negra, pelo castaño revuelto y ojos oscuros y tristes. En su oido resonaba una canción con finos y precisos acordes de violin mezclados con una armonica melodia de piano, todo ello sazonado con el crujir de las hojas secas bajo sus pies. El chico caminaba ajeno a aquel lugar, sumido en sus pensamientos, en un lugar lejano; su propio mundo imperfecto, creado por el mismo, para alejarse de aquella realidad, una realidad demasiado oscura para aceptarla.
En el aire se podía respirar el perfume de la lluvia, la humedad, le hierba humeda, la corteza de los viejos arboles desnudos; el canto de los pajaros y el revoloteo de los insectos que se sumaba a la sinfonia melodica. El sol se asomaba entre las nubes, calentando suavemente el ambiente y bañando con rayos de esperanzas; la luz, la calma tras la tormenta. En un banco, una pareja de enamorados compartian caricias y susurros de cariño, besos robados y otros cedidos, bellas palabras de pasión, suspiros de encanto, sonrisas de timidez, complicidad y felicidad; miradas emotivas cargadas de deseo, gestos casuales de beneplacito entre uno y otro. Ambos sumidos en una burbuja en la que solo existia el yo y el tu, el nosotros.
Tambien personas disfrutando del dia haciendo footing o simplemente caminando. Personas jugueteando con sus mascotas, niños persiguiendose los unos a los otros, ancianos viendo como pasaba el tiempo y recordando mejores tiempos, tiempos pasados que siempre fueron mejores. Un rubio soñador con el corazón roto por amor, una chica atenta a los libros y los apuntes, un grupo de skaters y algún que otra familia de picnic. El chico que caminaba despació y con ojos tristes chocó con una chica, pelo castaño recogido en una coleta, ojos marrones expresivos, camiseta blanca, falda vaquera y chaqueta de la misma tela. La chica sonrió y gesticuló una palabras que el chico no fue capaz de oir por sus auriculares, avanzando pequeños pasos de espalda hasta volverse y continuar su camino. Una pequeña sonrisá asomo en el rostro del chico, antes de seguir su caminar pero, sin duda, jamas olvidará a esa chica, como una brisa de otoño.
En el aire se podía respirar el perfume de la lluvia, la humedad, le hierba humeda, la corteza de los viejos arboles desnudos; el canto de los pajaros y el revoloteo de los insectos que se sumaba a la sinfonia melodica. El sol se asomaba entre las nubes, calentando suavemente el ambiente y bañando con rayos de esperanzas; la luz, la calma tras la tormenta. En un banco, una pareja de enamorados compartian caricias y susurros de cariño, besos robados y otros cedidos, bellas palabras de pasión, suspiros de encanto, sonrisas de timidez, complicidad y felicidad; miradas emotivas cargadas de deseo, gestos casuales de beneplacito entre uno y otro. Ambos sumidos en una burbuja en la que solo existia el yo y el tu, el nosotros.
Tambien personas disfrutando del dia haciendo footing o simplemente caminando. Personas jugueteando con sus mascotas, niños persiguiendose los unos a los otros, ancianos viendo como pasaba el tiempo y recordando mejores tiempos, tiempos pasados que siempre fueron mejores. Un rubio soñador con el corazón roto por amor, una chica atenta a los libros y los apuntes, un grupo de skaters y algún que otra familia de picnic. El chico que caminaba despació y con ojos tristes chocó con una chica, pelo castaño recogido en una coleta, ojos marrones expresivos, camiseta blanca, falda vaquera y chaqueta de la misma tela. La chica sonrió y gesticuló una palabras que el chico no fue capaz de oir por sus auriculares, avanzando pequeños pasos de espalda hasta volverse y continuar su camino. Una pequeña sonrisá asomo en el rostro del chico, antes de seguir su caminar pero, sin duda, jamas olvidará a esa chica, como una brisa de otoño.
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